El cambio de milenio trajo aparejado una nueva revolución en el mundo del trabajo, pasando de la era de la industrialización y producción en masa a la era del conocimiento.
El conocimiento y las TICs -Tecnologías de Información y Comunicación- están íntimamente relacionados, y junto con el avance de las décadas del nuevo milenio, se comenzó a evidenciar la Brecha Digital, entendida como el acceso desigual a las TICs por parte de colectivos sociales y actividades económicas a nivel interno de cada país y a nivel global.
QUÉ ENTENDEMOS POR BRECHA DIGITAL
La brecha digital hace referencia a una desigualdad. Esta viene dada por la capacidad de acceso que pueden tener las personas y las organizaciones a las Tecnologías de la Información y su conocimiento. En palabras de Gómez y Ospina (2002) ,ya sea acceso a equipamiento (primera brecha digital) así como el acceso al conocimiento y aplicación de una tecnología existente (segunda brecha digital)
Esta brecha de acceso y conocimiento puede darse a nivel de interacción global, entre países, así como a nivel de interacción interno, entre las organizaciones y la población de un mismo país o una misma región. Siendo la era del conocimiento y de la revolución de las TICs, la brecha digital marca el destino entre un colectivo con acceso y saberes sobre aquel sin acceso o conocimiento en su utilización.
A QUIÉNES PERJUDICA PRINCIPALMENTE
Podríamos hablar de brecha digital en muchas dimensiones, me limitaré a exponer a las asociadas a cuestiones de género, localización geográfica, y edad.
Para el Instituto Nacional de Estadística de España (2019), la brecha de género está definida como «la diferencia en el porcentaje de hombres y mujeres en el uso de indicadores TICs». Se basa fundamentalmente en el acceso y uso de internet, definición a todas luces pobre, dado que las TICs no sólo implican la conectividad online, sino el acceso al conocimiento que hace a las nuevas formas de trabajo, que es donde se manifiesta la mayor cantidad de brechas de género.
En el caso de la brecha Geográfica, para Carlos Franco (2019), las zonas rurales se caracterizan por sufrir una triple brecha digital, las conexiones a banda ancha, el desarrollo de las capacidades y la utilización.
Muchas de las poblaciones rurales carecen de los conocimientos digitales necesarios en nuestra época, así como poseen un bajo índice de utilización de las tecnologías respecto a las urbes. Según datos aportados por Naciones Unidas, cada vez más personas mayores de 60 años quedan fuera del mundo digital y no incorporan las TICs a su día a día cotidiano. El mismo aporte indica que actualmente el 10% de la población mundial es mayor a 60 años y que se duplicaría esa cifra para 2050. La brecha digital entre los nativos digitales y los «inmigrantes digitales» crece con el envejecimiento de la población y se torna sumamente necesario el reciclaje de conocimientos y aplicación de las TIC en personas mayores a 50 años para evitar su salida forzada del mercado laboral por no adecuarse sus conocimientos a las necesidades actuales.
LIDERAZGO Y SU ROL RESPECTO A LA BRECHA DIGITAL
Al hablar de Liderazgo y TICs, podemos realizar dos abordajes. Por un lado, el uso de las mismas en la gestión de las personas, y por otro lado, el rol de los líderes como facilitadores del proceso de adopción, y generadores de capacidades para los desafíos tecnológicos de sus equipos.
Respecto al primer punto, la brecha se da por la capacidad de inversión y la decisión de las organizaciones sobre cuanto invertir en desarrollar TICs aplicadas a la gestión de personas, ya no sólo en las tareas técnicas repetitivas como la liquidación de nóminas o la medición del presentismo, sino también como factor de desarrollo de capacidades a través de plataformas de e-learning, e-coaching y e-mentoring. Asimismo, el desarrollo de redes sociales internas es un desafío para la integración de las comunidades de trabajo, cada vez más globalizadas e interculturales.
Sabemos que aquellas organizaciones que no se adecuen a las TIC permanentemente, perderán la capacidad de retener y contratar talentos, reduciendo cada vez más su competitividad hasta desaparecer del mercado.
Respecto al segundo punto, el rol de liderazgos en el desarrollo de habilidades digitales es estratégico para las organizaciones en particular y para la equidad y movilidad social en general. El rol de liderazgo implica desde la formación y el acompañamiento, hasta el reciclado de puestos, tareas y personas, adecuando a todos los colectivos a las capacidades mínimas necesarias para continuar siendo empleables.
Que el conjunto de colaboradores se mantenga empleable en el mundo del trabajo, es un rol fundamental del management moderno, con responsabilidad social.
La Alta Dirección debe desarrollar liderazgos que comprendan y transmitan la importancia de la transformación digital, dado que los estudios demuestran que de nada sirve tener proyectos de transformación digital si los colaboradores no se impregnan de la cultura digital en el día a día. (Pierre Gagnoud, 2018)
En la era de la información, la era de los saberes humanos compartidos, la educación, la formación continúa, el desarrollo humano integral son los pilares para afrontar los profundos cambios laborales y sociales del nuevo milenio.
La brecha digital, se suma a la ya numerosa cantidad de brechas que existen entre las sociedades de un país, el globo o ciertos colectivos de individuos. Brecha que vuelve injusta la interacción humana, y que si no se toman las políticas públicas adecuadas y, fundamentalmente, la valoración por parte de la sociedad civil de la necesidad inmediata de equiparar el desarrollo humano, la brecha será cada vez más grande y el mundo más desigual, no sólo en el ámbito del trabajo.
La transformación digital llegó para quedarse, todos tenemos como desafío formarnos, adaptarnos, facilitar nuestro acceso a la tecnología y los cambios y, quienes actuamos en el mundo de los recursos humanos, con responsabilidad social consciente, apoyar, formar y facilitar las herramientas materiales e inmateriales a todos los colectivos desfavorecidos que cada día pierden su trabajo y ven imposible su recuperación, con la desesperanza que eso implica.
Sí no nos hacemos cargo como sociedad y como profesionales de estas desigualdades, y obramos en consecuencia, la tecnología y la desigualdad crecerán al mismo ritmo, y el círculo vicioso continuará girando, la desigualdad social traerá mayor desigualdad laboral, que en el futuro se representará como mayor desigualdad social. Y vuelta a comenzar.
Pablo Blanco Cabirta -PMB Group-