Cómo “bordar” tu elevator pitch en 1 minuto

 En realidad, y si acudimos a la Wikipedia, Elevator pitch o elevator speech es un anglicismo que se utiliza en el discurso de presentación sobre un proyecto o emprendimiento, ante potenciales clientes o accionistas. Cobrando especial relevancia para este segundo colectivo que se supone que busca proyectos y emprendedores con ideas claras, concisas y sintéticas para tomar decisiones sobre si invertir o no.

En el networking, por ejemplo, a la hora de hacer un speed networking, el elevator pitch, consiste en comunicar tu historia en el menor tiempo, y de la forma más clara posible.

Estas son las 4 preguntas que debes responder para que tu historia conecte con los demás, capte la atención de tu receptor y establezca vínculos más profundos y duraderos:

  1. Di tu nombre y a que te dedicas, con eso, contestarás a ¿Quién soy?
  2. Presenta tu proyecto o negocio. De esta forma, aclararás: Quien es tu público objetivo, Qué es lo que ofreces en tu sector y Dónde lo haces.
  3. En tercer lugar, explica tus valores y tu visión del mundo. Responderás así a ¿Cómo?
  4. Por último, debes contestar a ¿por qué?  Hablar de tu misión, de tu propósito, en definitiva, de tu razón de s?

¿Quieres hacer un pequeño ejercicio?

Te propongo que escribas en comentarios, 4 párrafos contando tu historia. Que sea conciso, y que leído no supere el minuto.

¿Te atreves? ¿Quieres contarnos tu historia?

David V. Coca

Sobre puertas, ventanas, carreteras y hormigas

Hoy voy a pedirte que empecemos con un ejercicio de visualización conjunto.

Cierra los ojos y piensa en alguna fiesta a la que hayas ido, pero de esas a las que vamos por compromiso, que muchas veces no nos apetece ir, pero vamos “porque va a estar todo el mundo”.

¿lo tienes?

¿Puedes escuchar el ruido que generan tantas personas juntas? ¿la música que no te deja escuchar la conversación de las personas? ¿Sientes el calor y el “aroma” de tanta gente apretada? ¿Sientes los empujones?

Ahora te voy a pedir que sientas ese agobio que te genera estar donde no quieres estar, pero donde estás porque están todos.

Concéntrate, ahora, en un momento determinado has decidido salir a tomar el aire, a despejarte un poco, y abres la puerta de a la calle atravesándola a continuación.

La puerta se cierra tras de ti y te sientes liberado/a. Respiras profundo y una vez mas te preguntas, ¿por qué habré venido? Desde aquí fuera la música y las voces apenas se oyen y te encuentras mucho mejor.

Bueno, hagamos de tripas corazón y volvamos a la “fiesta”. Intentas abrir la puerta, pero esta cerrada desde dentro. En un momento un sentimiento de ansiedad recorre todo tu cuerpo.

No puedes volver a entrar. Agitas y giras el pomo de la puerta, pero esta no se abre, golpeas la puerta y llamas insistentemente a la puerta, pero parece ser que nadie te oye.

Te has quedado fuera. En un ultimo intento desesperado llamas por teléfono a tus amigos/as que están dentro pero no te responden. Estás definitivamente fuera.

¿Cómo te sientes? Respira por un momento y concéntrate en ese sentimiento, en esa emoción.

 ¿Te encuentras ansioso/a por no poder volver a entrar o liberado/a porque ya te puedes ir a tu casa sin mas explicaciones?

Miras por una de las ventanas de la casa donde se celebra la fiesta y sigues viendo que está “a reventar”.

Las personas que están dentro muestran sentimientos encontrados, por un lado, no se atreven a irse, por otro lado, no aguantan más dentro. Pero continúan ahí. Inmóviles aguantando sólo porque los demás también lo hacen.

Ahora, que ya has visto lo que hay dentro a través de la ventana, en la tranquilidad de la calle, ¿cómo te sientes? ¿sigues queriendo entrar?

Este ejercicio nos pone en una de esas circunstancias en las que prima “lo que dicen los demás” sobre lo que realmente yo quiero hacer.

¿Cuántas veces en nuestra vida nos encontramos en circunstancias similares y no nos atrevemos a “irnos” por miedo a quedarnos solos? ¿Aislados?

Piensa, ¿es algo bueno sólo porque lo hagan los demás? ¿Cuánto me quiero para ponerme yo el primero de la lista? ¿Vivo todo el día complaciendo a otros? ¿Para cuando yo, para cuando mis sueños?

Si estas preguntas te revuelven, es normal. Es parte del proceso del despertar de la conciencia. Si no, si quieres seguir dormido/a, también está bien. Recuerda que no solo se puede soñar dormido, pero que los sueños no pagan.

¿Cuál es el final de la carretera? Algunos dirían que el destino de esta, la carretera Madrid-Irún acabaría en Irún, ¿correcto? ¿Pero es cierto? ¿o va mas allá? ¿Cuál es el final de tu camino? ¿Alcanzar tus metas? ¿Y qué hay detrás de estas?

Piensa en que la carretera no acaba nunca, cuando llegas a un destino otro se abre ante ti. Es un viaje sin fin, disfruta cada momento.

Las hormigas son capaces de entrar y de salir de cualquier sitio, son insistentes y perspicaces y trabajan muy bien en grupo.

Seguro que tienes varias anécdotas al respecto. Pero hay un experimento que puedes hacer incluso en casa. Atrapa una hormiga, con mucho cuidado para no dañarla. Ponla encima de un folio blanco.

La hormiga se moverá por el folio de manera aleatoria hasta que salga de el y continúe por la mesa y si no estas atento/a se te escapará.

Ahora pinta un círculo en el folio y pon a la hormiga dentro de el.  Observarás que la hormiga recorre continuamente el círculo sin salirse.

¿Qué ha pasado? ¿Qué ha puesto límite a su “libertad”?

Cuantas, y cuantas veces somos como esa hormiga, que no nos salimos de “los limites” que otros nos han impuesto.

Charly Relaño

Escribir nos hace crecer

Está demostrado que expresar emociones y sentimientos ayuda a que los gestionemos, pero, en ocasiones, no podemos hacerlo de forma verbal si no tenemos ninguna persona cercana o de confianza.

No importa, lo que podemos hacer es expresarlas de forma escrita.

De ahí surge la escritura expresiva que consiste en plasmar en una hoja todo lo que se nos pase por la cabeza, sin juzgarlo.

En esta forma de escribir, no importan las faltas de ortografía, simplemente dejar que todo fluya y liberarte de ese malestar que tienes dentro.

Relájate y disfruta

En mi casa hay un lugar donde me siento especialmente tranquilo. Cada noche me acomodo y me entrego a escribir.

Lo hago obviando lo que la voz de mi juez interno me dirige, y que siempre es la misma: ¡no estás preparado! Escribo lo que en el momento salga.

Registrar sin filtros y de forma automática. Fluir y dejarse. Lo que emana del interior es una voz diferente a la que normalmente utilizamos.

Una voz que nos aporta una manera peculiar de relacionarnos con nosotros mismos, y que una vez identificada ejerce magnetismo.

Es verdad que requiere algo de práctica, y también que la hoja en blanco impone respeto, que nos paraliza, pero es en ese preciso instante que podemos decidir continuar.

Ejercitarnos en anular las expectativas de lo que tenemos que contar, y la forma de hacerlo sin pretender parecernos a F. Scott Fitzgerald. Esa voz requiere que le des tu confianza.

Solo, contigo

Olvida la necesidad de tener que quedar bien, olvida las faltas de ortografía, olvida las construcciones de las frases, simplemente escribe… escribe sin más.

Obedeciendo a esa consigna zen que pronostica; cuando comes, comes. Cuando duermes, duermes, por tanto: cuando escribes, escribes.

La escritura expresiva, tiene poco que ver con pensar lo que vas a escribir. Escribir no es pensar, ni siquiera pensar en lo que vas a escribir. Escribir es escribir. Es verdad, como dije antes, que se necesita cierta preparación, o práctica, pero si estás dispuesto a escuchar esa voz, y registrarla, lo conseguirás.

Escribir es encontrarse con uno mismo, Es una forma de organizar las ideas, los proyectos, el camino. Es una decisión que nos empodera, algo que solo puedes hacer tu. Es una decisión que puede cambiar tu día, tu actitud ante la vida, ante los proyectos, ante las personas.

Nos muestra un termómetro que nos permite saber y tomar conciencia de nuestros actos y lo más importante, una forma de abrir nuevos caminos mentales, y nuevas salidas y resolución de conflictos. Representa tomar distancia con el mundo, rectificar el sentido de los problemas y potenciar las virtudes.

Mirar por la ventana y observar el ritmo de lo que se mueve, los sonidos, el perrillo que juega, la señora cargada con las bolsas de la compra, las muchachas mirando escaparates, todo ello forma parte de nuestra historia y la que nos contamos a nosotros mismos.

Todo nos coloca en un punto del universo, desde donde observamos y percibimos nuestra realidad. Un único y mágico punto desde el cual solamente nosotros somos capaces de contar lo que vemos. Por eso tu mirada es tan genuina y exclusiva.

Antonio Beas

Educación financiera. Cómo nos engaña nuestro cerebro para no ahorrar

En materia económica, influyen mucho nuestras emociones

Las emociones influyen en nuestras decisiones. De facto hay teorías económicas y financieras basadas en las emociones y los instintos, como la compra emocional, sin ir más lejos.

Pongamos un ejemplo práctico:

Si nos dieran la opción de cobrar 200 euros ahora mismo o, por el contrario, 300 euros dentro de un año.

¿Cuál sería la preferencia?

Ciertamente, la respuesta sería similar a la de la gran mayoría de las personas: cobrar 200 euros ahora mismo. A pesar de que esos 300 euros supongan nada menos que un 50% más de lo que te ofrezco en este momento.

Hasta el refranero español apoya esta teoría: “mejor pájaro en mano que ciento volando”.

Y podemos ir más allá: probemos con los más peques con una gominola. Les decimos que no se la pueden comer hasta dentro de media hora y que, si aguantan ese tiempo, les daremos el paquete entero.

Lo más probable es que, incluso antes de acabar la frase, nuestros pequeños ya se hayan comido el dulce.

Esta es una de las razones por la que tanto nos cuesta ahorrar y que explica, por ejemplo, por qué a veces, nos cuesta pensar en abrir un plan de ahorro o de jubilación.

El funcionamiento de nuestro cerebro está orientado a obtener remuneraciones inmediatas.

En efecto, nos cuesta más ver ese beneficio a largo plazo, ya que nuestro cerebro piensa en el placer a corto. De ahí que, en algunas ocasiones, dejemos de lado pensar en ahorrar o en los beneficios que esto nos daría.

(Más técnicamente es la explicación subjetiva de la teoría del coste de oportunidad).

Nuestras emociones y su conexión con nuestras decisiones económicas

Existe toda una ciencia que se encarga de estudiar cómo funciona el cerebro cuando tomamos decisiones que tienen que ver con nuestra economía, la neuroeconomía. Concebida como una mezcla de neurología, psicología y economía.

Esta especialidad trata de explicar y de analizar cuáles son los sentimientos y procesos que afectan a las personas, cuando toman decisiones económicas (al principio del artículo ya lo íbamos intuyendo).

Campo de estudio cuyas investigaciones realizadas por Vernon Smith y Daniel Kahneman, les valió el Premio Nobel de Economía en 2002 (concedido literalmente por “haber integrado aspectos de la investigación psicológica en la ciencia económica, especialmente en lo que respecta al juicio humano y la toma de decisiones bajo incertidumbre”); siendo este último el primer no economista o matemático en recibir tal distinción.

Y es que cuando hablamos de dinero, influyen muchas emociones.

Los científicos tratan de darle explicación a través de experimentos, estudiando las reacciones en el cerebro a través de resonancias magnéticas. Estas prácticas han puesto de manifiesto las diferentes zonas del cerebro que se activan cuando tomamos decisiones económicas las tomamos, tanto a largo como a corto plazo.

Cuando pensamos en una recompensa inmediata, la zona que se activa en nuestro cerebro es la llamada límbica, la capa más primitiva y la que se encarga de controlar las emociones y las reacciones impulsivas.

Si optamos por el largo plazo, la parte que se activa y domina es la prefrontal, donde se encuentran nuestras capacidades superiores, de razonar.

En otras palabras, en función de cuál de estas zonas de nuestro cerebro nos domine ( emocional o racional), podemos decir que somos más o menos ahorradores.

Del mismo modo, ser más o menos proclives a las inversiones con riesgo, viene también determinado por la parte de nuestro cerebro que domine más sobre la otra.

Dependiendo de dónde esté nuestro equilibrio, si en el sistema de recompensa o en el de aversión a la pérdida, tomaremos o no la decisión de invertir con mayor o menor riesgo. Es decir, si preferimos rentabilidad o protección/garantía.

Porque, además, resulta curioso, pero hay estudios que indican que realmente odiamos perder dinero mucho más de lo que nos gusta ganarlo.

Literalmente cuando perdemos dinero se activa la misma área del cerebro que cuando sentimos miedo o la posibilidad de sufrir un daño físico.

La crisis y los ciclos económicos

Otro de los elementos que pone sobre la mesa la neuroeconomía, es el tratar de dar una explicación a las crisis y a los ciclos económicos.

Porque en otra de las cosas en las que nuestro cerebro nos engaña tiene que ver con lo que llaman efecto manada; una situación que muchos estudios atribuyen a los niveles de serotonina que cada persona tiene.

La serotonina es una sustancia cerebral que parece estar implicada en numerosos comportamientos sociales.

Estamos dispuestos a seguir la conducta de la mayoría, y más, cuando sentimos peligro. Si en una crisis, la gente decide dejar de consumir, nosotros seguiremos la misma pauta, aunque nuestra situación no haya cambiado.

Ahora que ya sabemos como funciona el mecanismo de las emociones, debemos entrenar nuestro cerebro para que, a la hora de tomar decisiones de inversión, gestionemos la parte más emocional e impulsiva.

Entrenando la parte más irracional, nuestras decisiones serán mucho más reflexivas y positivas, pensando en nuestros objetivos y necesidades a medio y largo plazo.

Sin duda, redundará en nuestro propio beneficio.

Si te ha quedado alguna duda, no tengas reparo de contactarme al 699 64 12 20. Con gusto te ayudaré para evitar que tu cerebro te engañe.

JIV

La crisis en nuestro tiempo

Antes de que surgiese la crisis del COVID-19, el cambio climático ya estaba diciendo como era la crisis real mundial. La pandemia ha callado las voces de esta terrible realidad, pero no se ha resuelto en absoluto.

La crisis migratoria continúa siendo un grave problema global. Millones de personas día a día tratan de huir de sus lugares de origen para poder encontrar un entorno más amigo.

No los vemos desde nuestras burbujas de confort, pero son personas reales, de carne y hueso que tratan de salvar sus vidas escapando a otra vida que pueda ser suya.

La realidad es que todos somos víctimas de este cambio sin posible solución sencilla. Creemos que estamos a salvo, y vivimos como si esto no nos afectara. Continuamos haciendo un uso desmedido de los regalos que nos ofrece la naturaleza sin control.

Ciclones, huracanes, inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas, sequías extremas… generan millones de desplazamientos, pobreza y vulnerabilidad.

Los más vulnerables

Los países en vías de desarrollo son los que más sufren las consecuencias del cambio climático: solo Bangladesh, India y Filipinas, suman más de 12 millones de estos desplazamientos por desastres naturales en 2020.

Además, los países sumidos en conflictos armados sufren doblemente este caos:

  • Afganistán: es el país menos pacífico del mundo, y uno de los que mayor número de desastres naturales sufre. Las sequías y las inundaciones recurrentes reducen los campos de cultivo convirtiéndolo en un país cada vez más vulnerable.
  • Mozambique: Cuatro ciclones, una pandemia y más de 640.000 desplazados a causa de la violencia, provocaron que más de un millón de personas necesitaran ayuda humanitaria.
  • Somalia: La guerra era un grave problema que se vio incrementado por la sequía brutal que padecieron, afectando nuevamente a la inestabilidad política. La excusa perfecta para el reclutamiento de niños soldado y 2,9 millones de desplazados.
  • Bangladesh: La época de lluvias azota el país, agravado por el cambio climático. La huida de Myanmar en 2017, testigos de quema de poblados, torturas, violaciones y asesinatos, provocó grandes campos de refugiados, que ahora ven como las inundaciones pueden acabar con su refugio y vuelven a perder todo de nuevo.

No tienen acceso a la sanidad necesaria, ni a educación, ni a la conservación de lo más mínimo. Son refugiados castigados.

Desviar la mirada

Vivimos en un mundo globalizado y deshumanizado, que mira para otro lado.

La vida occidental hace que vivamos día a día con un consumo desorbitado, que genera dolor y tristeza a una cantidad enorme de personas en otra parte del planeta.

¿Hasta cuando seguiremos haciendo lo mismo?

Existen y podríamos ser ellos.

Reaccionemos, cambiemos costumbres. Seamos más solidarios con nuestros semejantes, no les cerremos las puertas de sus propias casas ni de las nuestras.

Los países no son de nuestra propiedad. Cada uno nace donde estaba su madre y esto no debería darnos más derechos, sino un mayor sentido de la responsabilidad.

Dejemos de mirar a otro lado, despertemos y actuemos.

María Álvaro

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